Hijo querido, desde que naciste te juré que te protegería y ahora que has crecido hasta convertirte en todo un hombre, seguiré protegiéndote.
No me importan los kilos que gané de más o los nueve meses de espera, tampoco me importó no dormir durante las noches, todo valía la pena cuando te veía sonreír en mis brazos.
Desde el día que descubrí que un pequeño angelito crecía en mi interior comprendí que no existía el amor a primera vista, ni siquiera te había visto y ya te amaba con todo mi corazón.
Gracias hijo mío por llenar de luz mi vida, eres el universo mismo que llegó a mi vida para cambiarla por completo y atiborrarla de luz, colores y sueños.
Antes que llegaras a este mundo y mientras te esperaba hijo, ya te amaba, pero no sabía que era posible llegar a amarte aún más cada día.
Querido hijo, siempre fuiste mi razón para dar lo mejor de mí y más
Aun hoy, que estás tan grande y ya no cabes entre mis brazos, me desvivo de amor por ti y solo quiero volver a cargarte en mi regazo.
Nada es más dichoso para mí que verte crecer y superar metas año tras año, eres el fruto del amor, el mayor tesoro que tenemos tu madre y yo, sigue adelante hijo mío.
Hijo mío, solo tu representas la luz de mis días, la felicidad de mi corazón y los mejores recuerdos que atesoro en mi alma.
Solo tu, hijo mío, eres mi presente, mi futuro y el legado que dejo en este mundo.
Es increíble cómo, cuando eras tan pequeño, me hiciste sentir tan lleno y ahora que eres enorme, me haces sentir el doble.
No importa lo que hagas, lo que digas o donde te encuentres, tu siempre serás mi mayor orgullo.
Me siento feliz hijo, por ver cómo creces y aprendes muchas cosas. Te amo mucho y deseo que Dios te haga un hombre sabio y prudente.
Nunca pensé que la vida fuera capaz de darme el mayor regalo que alguna vez deseé recibir: TU.
Hijo, recuerda que te amo mucho, sigue adelante y no te dejes vencer por los que te digan que no se puede lograr las metas. Tú puedes hacerlo con tu constancia.
Cambiaste la vida de tu madre y la mía por completo, curaste nuestra soledad y nos convertiste en una verdadera familia.
No haré que evites las dificultades de la vida, por mucho que quiera protegerte de ellas, sino que te enseñaré a superarlas, porque ese es el mayor regalo de amor que un padre puede hacer por su hijo.